martes, 6 de octubre de 2020
La primera vía de Tomas de Aquino
«La primera vía, así como la más obvia, se basa en la existencia del movimiento. Es verdadero y de hecho evidente a nuestros sentidos que algunas cosas del mundo se mueven. Todo lo que se mueve, sin embargo, lo hace a causa de otra cosa, ya que nada puede moverse a menos que ese movimiento esté potencialmente en él». Éste es el primer punto. Sin embargo, ¡ay!, es incorrecto: el error de Aristóteles se repite a lo largo de los siglos. Quizá es por eso por lo que los compañeros de clase de Aquino lo llamaban el «buey mudo».
viernes, 2 de octubre de 2020
Acteón
martes, 29 de septiembre de 2020
Aquino sobre la no existencia de Dios
Los argumentos de Aquino sobre la no existencia de Dios Como parte de la investigación titulada «Si Dios existe», Aquino observa que parecería que Dios no existe, ya que si una de dos cosas contrarias es infinita, su contraria sería completamente destruida.
Como por «Dios» entendemos algo infinitamente bueno, se sigue que, si Dios existiera, el mal no existiría. Sin embargo, el mal existe en el mundo. Por lo tanto, Dios no existe.
En segundo lugar, añade con brío, «no se deben agregar elementos de forma innecesaria en una explicación». Parecería que podemos explicar todo lo que hay en el mundo suponiendo que Dios no existe. Todos los efectos naturales pueden remitirse a causas naturales, y todos los efectos artificiales encuentran su causa en la razón y la voluntad humanas. Así pues, no hay necesidad de suponer que Dios existe.
Reflexionando sobre las posibles debilidades de este argumento, la refutación de Aquino del primer punto es muy poco entusiasta. Recuerda meramente que san Agustín señaló que «como Dios es el bien supremo, no permitiría ningún mal en su obra a menos que fuera tan omnipotente y bueno que pudiera hacer surgir el bien incluso de lo malo».
Aquino no lo dice, pero queda bastante claro que esta afirmación ni se acerca a la solución del problema. Evidentemente, un Dios todopoderoso y bondadoso podría y debería preferir hacer surgir lo bueno de lo bueno. ¿Por qué originar lo malo? La discusión de Aquino sobre los argumentos contra la existencia de Dios es bastante más detallada. «Debe decirse que la existencia de Dios puede probarse mediante cinco vías».
martes, 22 de septiembre de 2020
Anselmo sobre la existencia de Dios
Los filósofos, para no mencionar a la Iglesia, han tendido a enfatizar los argumentos del Aquinate a favor de la existencia de Dios en mucha mayor medida que sus excelentes, auténticos y contundentes argumentos en contra. Al tocar este tema, probablemente esperaba mejorar los argumentos que había sostenido el otro santo Tomás dos siglos antes que él. En 1077, después de mucho pensar, Tomás Anselmo presentó su prueba de la existencia de Dios, conocida como «argumento ontológico». Este argumento, planteado en forma de plegaria a Dios, comienza con una descripción Suya como «algo tan grande que nada mayor puede ser concebido». La lógica de este argumento es que como todo el mundo acepta que —por definición—Dios es el ser más grande que puede concebirse y, en segundo lugar, que Dios existe por lo menos en tanto que podemos formarnos un concepto de Él (es decir, existe «en el entendimiento»), sólo necesitamos dar un pequeño paso más para darnos cuenta de que Dios también existe «en realidad». Y este paso es posible gracias a la tercera e ingeniosa premisa del argumento, que afirma que algo que existe en realidad, además de en teoría, es más grande que algo que sólo existe en el entendimiento. Como Dios es el ser más grande que puede concebirse, debe existir en la realidad tanto como en el entendimiento. Los monjes consideraron que esta demostración de la existencia de Dios constituía un triunfo. Pero tenía una debilidad: limitaba la existencia de Dios a una mera definición. Aquino pensó que podía hacerlo mejor.
sábado, 19 de septiembre de 2020
Tales de Mileto y el eclipse
Tales de Mileto (640-535 a. C.). El primero y más famoso de los siete sabios de Grecia. Su vida está envuelta en la bruma de la leyenda. Fue el primer filósofo jónico. Recorrió Egipto, donde hizo estudios, poniéndose en contacto de este modo con los misterios de la religión egipcia. Se le atribuye el haber predicho el eclipse del 585 a. C..
jueves, 17 de septiembre de 2020
Tomás de Aquino - camino a la santidad
El camino de Tomás hacia la santidad no careció de obstáculos. Ante todo, durante su camino para ingresar en el monasterio, dos de sus hermanos saltaron de entre unos arbustos y lo raptaron, para hacerlo luego prisionero en un castillo y ofrecerle toda clase de tentaciones.
Aún peor, en 1277 el arzobispo de París intentó que Tomás fuera condenado formalmente por hereje. Pasar de herético en 1277 a santo en 1323 constituye toda una resurrección…
¿Pero cuál fue el verdadero Tomás?
De todas las obras principales de Tomás, ninguna lo es tanto como su Summa Theologica, o «compendio de teología». Se trata de un verdadero magnum opus, y consiste en más de 518 preguntas y 2652 respuestas. El Doctor Angélico trabajó en ella durante siete años, entre 1266 y 1273.
La Summa está escrita, según el estilo de los tiempos, en forma de «disputas». A la gente del Medioevo, y no sólo a sus filósofos, les encantaban estas disputas formales (conocidas como obligationes) en las que los oponentes estaban obligados a asentir, disentir o bien a dudar de las afirmaciones planteadas. El primero que se contradecía a sí mismo perdía.
Una celebrada disputa involucraba la teoría de Aristóteles que plantea que los objetos similares a las lanzas caen sin remedio directamente al suelo cuando son arrojados debido a la presión del aire, que los empuja en su trayectoria. En este caso, se consideró que el aristotélico había perdido cuando tuvo que considerar si afilar la punta de la lanza ocasionaría alguna diferencia. Pero, para Aquino, ésta era tan sólo una cuestión trivial. La primera disputa de la Summa Theologica trata, en cambio, de la naturaleza de la teología, mientras que la segunda discurre sobre la existencia de Dios.
martes, 8 de septiembre de 2020
Tomás de Aquino
Tomás de Aquino (1225-1274) tenía sobrepeso, sufría de hidropesía y tenía un ojo grande y otro pequeño, detalle que lo hacía parecer permanentemente ladeado. De niño se mantenía en silencio casi todo el tiempo y, cuando finalmente hablaba, por lo general lo que decía no tenía nada que ver con la conversación que se estaba sosteniendo. De modo que decidió hacerse filósofo y monje.
viernes, 17 de abril de 2020
El hombre en busca de sentido - parte 2
jueves, 16 de abril de 2020
El hombre en busca de sentido - parte 1
martes, 7 de abril de 2020
Agujeros negros
domingo, 5 de abril de 2020
Agustin y la amistad
sábado, 4 de abril de 2020
Agustín y sus revelaciones
viernes, 3 de abril de 2020
Agustín y el pecado
jueves, 2 de abril de 2020
La conversión de Agustín
martes, 31 de marzo de 2020
Agustín, el hipócrita
viernes, 27 de marzo de 2020
Hipatia, belleza poco común
jueves, 19 de marzo de 2020
Hipatia - la científica de Alejandría
viernes, 13 de marzo de 2020
Heráclito, el físico cuántico
viernes, 28 de febrero de 2020
Heráclito el Oscuro
martes, 25 de febrero de 2020
Pitágoras y la teoría complicada
La teoría pitagórica comienza con la «unidad» del número uno, también conocido como «la Mónada». Era descrito como si se tratara de un número a la vez par e impar, también llamado par-impar. Se trata de los dos poderes opuestos presentes en la unidad, que se separa y recombina para formar el resto del mundo. Geométricamente, consiste en un punto sin dimensiones. Para los pitagóricos, es la fuente de todas las cosas.
El número dos es imperfecto, ya que crea la posibilidad de la división. Geométricamente, es una línea.
El número tres fue denominado «la totalidad», ya que combina el uno y el dos, y porque permite que haya un comienzo, un medio y un final. Geométricamente, el tres es la primera forma: un triángulo.
El número cuatro, que representa un cuadrado, era considerado perfecto; mientras que el número diez, como puede ser creado a partir de varios números primos, también contiene todas las proporciones musicales y matemáticas, y por esto representa el mundo.
Con el número cuatro, se llega al reino de los cuerpos físicos de las figuras tridimensionales (una pirámide, por ejemplo), que pueden ser construidos a partir de cuatro puntos. Los números cinco y seis eran llamados «matrimonio», ya que combinan el dos y el tres, considerados los números macho y hembra, el primero mediante la suma, y el último mediante factoreo. El número siete era llamado «virgen», ya que no puede ser creado a partir de ningún otro. El número ocho es el primer número «cúbico», ya que es el resultado de 2 × 2 × 2, y el número nueve recibía el nombre de «horizonte» por no mejor razón que el hecho de preceder a la «Década» o número diez.
El diez contiene a todos los demás números, y por eso es denominado «el universo». Puede ser construido de diferentes e interesantes maneras, sea sumando 1, 2, 3 y 4, o sumando los cubos de 1 y 3. Los pitagóricos lo consideraban una deidad y juraban (devotamente, por supuesto) por él. (Final de la teoría complicada, al menos hasta donde vamos a considerarla).
De cualquier modo, se cuenta la historia de un estudiante pitagórico, Hipasio, que fue arrojado al mar para que se ahogara después de que compartiera con los «no iniciados» el conocimiento del difícil hecho de que algunas cualidades geométricas (tales como la raíz cuadrada de dos) no podían expresarse en absoluto como números enteros. Esto era evidentemente problemático para los pitagóricos y preferían mantenerlo en secreto. A pesar de no ser capaz de calcular la raíz cuadrada de dos, las historias sobre los extraños poderes de Pitágoras no dejan de acumularse, como nos recuerda este fragmento: Una vez fue visto por mucha gente el mismo día y a la misma hora tanto en el Metaponto como en Crotón; ¡y una vez, en Olimpia, durante los juegos, se puso en pie en el teatro y reveló que uno de sus muslos era de oro! El mismo Aristóteles señala que Pitágoras era apodado «Apolo el Hiperbóreo», siendo los hiperbóreos un pueblo mítico del que se pensaba que habitaba en las regiones del norte de Grecia. La palabra significa literalmente «la tierra que hay más allá del viento norte», considerada una utopía donde el clima era templado, el Sol producía dos cosechas al año y los ancianos se arrojaban felizmente al mar cuando decidían que ya habían vivido una buena vida.
Como si esto fuera poco, otros autores recuerdan extraordinarias hazañas de Pitágoras: Predicaba que un barco que se acercaba traería un cadáver. Mordió a una serpiente hasta matarla. Le hablaba al río Cosa y éste le respondía «¡Bienvenido, Pitágoras!». No todo el mundo se dejaba impresionar con estas historias.
Heráclito describe a Pitágoras como un charlatán, que robaba las ideas de otros y las transmitía a sus seguidores como si fueran propias. Lo compara con una urraca ladrona, cuyo arte no es la sabiduría sino el engaño. Pero muchas de las enseñanzas de Pitágoras reaparecen en Platón. Por ejemplo, en tiempos en que tales ideas eran extrañas, Pitágoras insistía en que los hombres y las mujeres eran iguales, que la propiedad debía ser comunitaria y que sus seguidores debían vivir y dormir en comunidad. Todo esto reaparece en La República, como estilo de vida recomendado por Platón para los guardianes; también aparece la doctrina pitagórica de las formas celestes y la brecha entre el mundo del conocimiento y el de la materia (del cual los filósofos debían mantenerse a distancia).
Además:
En el Menón aparece la visión de Pitágoras sobre cómo el aprendizaje es en realidad rememoración, cuando el «joven esclavo» recuerda el teorema geométrico que lleva su nombre.
En el Gorgias sale la doctrina pitagórica de que cuanto mejor se conoce algo, más se vuelve uno parecido a ello. En el Timeo hay una descripción pitagórica del universo en términos de armonías (musicales) y materia, la cual es revelada místicamente como hecha de formas geométricas, en especial a partir de triángulos.
En el Fedón se presenta la visión pitagórica de que la filosofía es una preparación para la muerte y la inmortalidad.
De la filosofía se dice a veces que es una serie de huellas platónicas, lo que en muchos casos es verdad. Pero, de un modo bastante misterioso, si lo examinamos de cerca, ¡el mismo Platón parece consistir en gran parte en una serie de huellas de Pitágoras!
viernes, 21 de febrero de 2020
Pitágoras y los números
jueves, 20 de febrero de 2020
Pitágoras, hijo de Menesarco
martes, 18 de febrero de 2020
Pitágoras en la historia
«Las tradiciones que tienen que ver con él no sólo constituyen una mezcla inextricable de verdad y falsedad, sino que incluso las más aceptadas y menos disputadas de entre ellas nos presentan una psicología bastante curiosa. Se le puede describir, brevemente, como una combinación de Einstein y Mrs. Eddy (*).
Fundó una religión, cuyos dogmas principales eran la transmigración de las almas y la pecaminosidad de comer judías. Su religión se encarnó en una Orden religiosa, que en algunos lugares tomó las riendas del Estado, y estableció una “Regla de los Santos”».
Russell nos dice que aunque la teoría de Pitágoras de que «todas las cosas son números» es literalmente un sinsentido, «lo que quería decir no es un sinsentido exactamente». Le atribuye al antiguo filósofo útiles descubrimientos como las nociones matemáticas de la «media armónica», la «progresión armónica», el concepto de «números cuadrados», así como la posibilidad de convertirlos en «cúbicos».
Concluye así: No conozco a ningún otro hombre que fuera tan influyente como él en la esfera del pensamiento. Digo esto porque lo que aparece como platonismo, al analizarlo, descubrimos que en esencia es pitagorismo. La misma concepción de un mundo eterno, revelado al intelecto pero no a los sentidos, se deriva de él. De haber sido por él, los cristianos no hubieran pensado en Cristo como en el Verbo, del mismo modo que los teólogos no hubieran buscado pruebas lógicas de Dios o de la inmortalidad. Es un tributo notable. ¿Pero es posible que sea verdad?
(*) Mary Bokers Eddy (1821-1910) fue la fundadora del nacimiento ciencia cristiana. Escribió varios libros.
viernes, 14 de febrero de 2020
Ética Aristotélica
Muchas de las doctrinas generalmente atribuidas a Aristóteles, como por ejemplo el mérito de cumplir con la «función» que te es propia, cultivar las «virtudes» (ver «ética de la virtud») o el «justo medio» entre dos extremos indeseables, son en realidad mucho más antiguas. De hecho, Platón nos presenta estas mismas ideas de un modo mucho más poderoso y convincente.
Hay, sin embargo, diferencias importantes entre la ética de Platón y la de Aristóteles. Los puntos de vista de este último sobre la moral se exponen sobre todo en su Ética a Nicómaco, donde comienza con una investigación acerca de las opiniones personales sobre el tema «del bien y el mal» para averiguar qué términos se utilizan, a la manera de un antropólogo social. Platón muestra claramente su desprecio por este tipo de aproximación. La Ética a Nicómaco incluye una relación de lo que los griegos consideraban las grandes virtudes, ejemplificadas por el hombre «magnánimo» o el «alma recta», una persona que, según nos dicen, hablará con voz profunda y templado tono, y que tampoco ha de ser excesivamente modesta. La idea principal es que el fin propio de la humanidad (o más bien el de los aristócratas) es la búsqueda de la eudaimonia, la concepción griega de una clase particular de «felicidad». «No hay nada que sea más absolutamente necesario», escribe en el Libro 2 de la Política, «que asegurar una vida desahogada a los ciudadanos más distinguidos, y hacer de manera que la pobreza no pueda venir en daño de la consideración que se les debe, ya como magistrados, ya como simples particulares».
Esta búsqueda incidía en tres aspectos: además del mero placer, estaba el honor político, y las recompensas de la contemplación. Principalmente, claro, la filosofía (pero también valían las listas de animales). En el siglo XVII, Thomas Hobbes diría que fue este método el que perdió a Aristóteles, ya que, al intentar basar la ética en «los apetitos humanos», eligió una medida con la cual no pueden establecerse distinciones entre lo correcto y lo incorrecto. De hecho, cabe destacar al pasar que Hobbes consideraba a Aristóteles un gran tonto, y protestaba continuamente contra los «alocados» y «diletantes» «Antiguos», refiriéndose con ello a uno solo: Aristóteles. Lo cual es una suerte de tributo.
Pero volvamos a la malévola rima de Teócrito. Curiosamente, la causa de que Hermias (un mercenario y luego un déspota) abandonara este mundo fue que lo sometieron a torturas hasta la muerte. Como se había negado a traicionar a sus amigos, entre ellos Aristóteles (que se había casado con la sobrina de Hermias y había sido muy favorecido por él), Aristóteles le estaba muy agradecido. Al escribir un himno sobre él, Aristóteles se desdijo de una afirmación suya que vale la pena citar: la de que, de las cosas de la tierra, la que envejece más rápido es la gratitud. Esta pequeña herida autoinfligida a su propio corpus de conocimiento filosófico no le causó oprobio, ya que, según estima Diógenes, tenía 445.270 líneas más. Pero, como ahora sabemos, muchas de ellas también eran incorrectas.