martes, 26 de julio de 2016

El hombre: un animal político

Los sofistas, viejos enemigos de Platón, predicaban que los principios de la vida social son meramente convencionales y contrarios a la naturaleza. Aristóteles, en cambio, sostuvo que el hombre es por propia naturaleza un animal político destinado a vivir con otros hombres en el ámbito de la polis.
Los sofistas también afirmaban que el estado surge artificialmente de un contrato que restringe la libertad de cada uno en defensa de sus intereses mutuos. El discípulo de Platón aseguró que nadie es libre ni plenamente humano fuera de la comunidad política y que ella no se organiza sólo en torno de necesidades comunes, sino también por objetivos compartidos entre sus integrantes.
Todos estos temas fueron redactados en forma provisional y fragmentaria por Aristóteles en ocho libros o capítulos. Aristóteles se refiere a los temas relacionados con la administración y la economía. Él distingue entre oikonomicós –lo que tiene que ver con la correcta administración de las propiedades hogareñas-, con lo que está de acuerdo y considera básico para el funcionamiento de cualquier ciudad con cierta complejidad, y chrematistiké –los intercambios que intentan incrementar la ganancia-. Y califica de parásitos a quienes se ocupan de estos menesteres.Esta visión crítica de las actividades financieras se mantiene a lo largo de la Antigüedad y luego se ratifica y fortalece con la condena de carácter moral de cristianismo, que las considera pecaminosas.

Feliz martes!

domingo, 24 de julio de 2016

La música trasciende

La música tiene el poder de trascender las fronteras nacionales y lingüísticas; logra armonizar, elevar y unificar el corazón de las personas.
El monje budista Miao-lo [Zhanran, sexto patriarca de la escuela Tiantai], que vivió en la China en el siglo VIII, escribe en su Comentario sobre «Gran concentración e introspección»: «Primero se establecieron las enseñanzas sobre el decoro y la música, y luego se introdujo el Camino verdadero.»
En otras palabras, la difusión de la música, los ritos y las artes despeja el camino —al menos en cierta medida— para la aceptación y la comprensión de ideales sociales y verdades filosóficas de valor positivo.
La música y las artes pueden ejercer una tremenda influencia en las personas y en la sociedad. Una sola composición musical o un solo cuadro magistral tienen el poder de elevar infinitamente el espíritu humano. Las grandes artes y las grandes filosofías trabajan juntas en un nivel profundo para suscitar la creatividad humana.
Por otra parte, en su explicación del decimosexto hexagrama —yu [Entusiasmo]—, el I Ching [o Libro de los cambios] dice que los reyes de la antigüedad hacían música al principio del verano para honrar los méritos, y la ofrendaban con magnificencia al Supremo, invitando a sus antepasados a presenciarlo.
La música era el catalizador para alinear las fuerzas místicas que gobiernan el universo. Confucio dice de este rito: «Quien comprenda por completo este sacrificio podrá gobernar el mundo como si girara en su propia mano.»
En general, los artistas creativos —poetas, escritores, compositores, pintores, escultores— beben de un pozo común de sabiduría universal. Platón llamaba mimesis al arte creativo; es decir, «representación». Con esto quería decir que en realidad nada se crea y que los artistas representan aspectos vitales de la sabiduría, la belleza, la armonía o la geometría eternas. Cuanto más beba el artista de este pozo, más universalidad reflejará su arte.

¡Feliz domingo!

sábado, 23 de julio de 2016

La política según Aristóteles

Para Aristóteles la política es el prototipo de toda capacidad humana, ya que su objetivo es la vida feliz y digna de los ciudadanos. La finalidad del Estado es la promoción de la virtud y también la felicidad de los ciudadanos. En ese sentido, la política es la continuación y culminación de la ética, es la ciencia del bien más deseable y de los medios para obtenerlo: la vida noble.
Para Aristóteles, creerse feliz es afirmar una intensidad positiva suprema, estable e invulnerable. No hay felicidad en el desasosiego de perderla. Por tal razón la felicidad es un momento del pasado, donde ya nada ni nadie nos la puede quitar, o del futuro, cuando aún nada ni nadie la amenaza. El presente, en cambio está demasiado expuesto a las eventualidades como para transformarse en algo tan maravilloso. Cualquiera es capaz de afirmar convencido que fue feliz. Aristóteles no concede otra felicidad que la que se predica de alguien que ya murió y por tanto está totalmente a salvo de perderla.
Muchos son los que aseguran que esperan ser felices, pero son pocos los que se atreven a asegurar que ahora mismo lo son.


¡Feliz sábado!

viernes, 22 de julio de 2016

Amor Propio

“Amarse a uno mismo”, más de un libro de autoayuda trata este tema, amarse a sí mismo, pero hasta qué punto ese amor propio no se transforma en egoísmo; incluso hasta qué punto incluso no se piensa en perjudicar al otro. El amor propio del que habló Aristóteles en su momento lo llamó la filautía, es decir, el afán de llegar a ser lo que es recomendado por el oráculo, la búsqueda de la excelencia y la plenitud, el empeño en lograr la vida buena según lo posible y razonable, la consideración teórica y norma práctica de lo más conveniente, la mejor estrategia de resistencia frente al cerco de la muerte, la procura del gozo y de la serenidad, el egoísmo ilustrado.
En su libro IX de la ética nos ilustra cómo se comporta un hombre vil y uno bueno en relación al amor propio; el texto dice así: “parece que el hombre vil lo hace todo por el amor así mismo, y tanto más cuanto peor es –y así se le reprocha que no hace nada sino lo suyo- mientras que el hombre bueno obra por lo noble, y tanto más cuanto mejor es, y por causa de su amigo, dejando de lado su propio bien”. Igual podríamos aplicar esto a aquellos que “participan en riquezas, honores y placeres en mayor medida de lo que les corresponde”, algo que le gusta a la mayoría.
Sin embargo, quien siga este camino de manera sincera, “será un amante de sí mismo en el más alto grado, pero de otra índole que el que es censurado, y diferirá de éste tanto cuanto el vivir de acuerdo con la razón difiere del vivir de acuerdo con las pasiones, y el desear lo que es noble difiere del deseo de lo que parece útil”.
En pocas palabras: mientras el bueno se guía por la razón, el malo lo hace por las pasiones. “De acuerdo con esto el bueno debe ser amante de sí mismo –porque se ayudará a sí mismo haciendo lo que noble y será útil a los demás- pero el malo no debe serlo porque, siguiendo sus malas pasiones se perjudicará tanto a sí mismo como al prójimo”.


¡Feliz viernes y feliz fin de semana!

jueves, 21 de julio de 2016

Libertad y democracia

En el capítulo dos del libro VI de su Política, Aristóteles afirma que “fundamento básico del sistema democrático es la libertad (pues esto se suele decir, como si sólo en ese sistema se gozará de libertad, ya que a esto aseguran que tiende toda democracia) y un rasgo de la libertad es el ser gobernado y gobernar alternativamente”


“Otro rasgo también es el vivir como se quiera: pues afirman que esto es la obra de la libertad, si es que es propio del esclavo el no vivir como quiera”. Estas palabras nos muestran con evidencia que debía de haber diversos modos de vida privada particular también en la polis y que lo propio de la mentalidad democrática era respetarlos y potenciarlos, mientras que otras formas de gobierno solían más bien combatirlos y promover la uniformidad de costumbres.

¡Feliz jueves!

miércoles, 20 de julio de 2016

Etica: en busca de la felicidad

Además de la Metafísica, como publicamos ayer, Aristóteles aporta una ciencia adicional, un área de conocimiento nuevo, que no es otra sino la Ética.
Esta palabra juega con sus dos acepciones que tiene en el idioma griego –carácter y costumbre-, puesto que ambas se diferencian sólo por un acento. Así, en griego podemos decir que el carácter, en el sentido del talante propio –es decir, el êthos- deriva del modo de vida adquirido por el hábito –es decir, éthos-.
Aristóteles se pregunta cuál es la finalidad que debe buscar el ser humano en el mundo. Todo lo que hacemos es, sin lugar a dudas, instrumental, sirve para conseguir tal o cual fin. Pero, después de todos esos fines, ¿qué hay? Más allá de los objetivos particulares de nuestra vida, ¿qué es lo que podemos aspirar a encontrar? Aristóteles responde que es la felicidad lo que los seres humanos buscamos. La ética no es, ni mucho menos –como lo ha llegado a ser a partir de visiones más penitenciales- una búsqueda del deber, de la obligación, del sacrificio. No. Para Aristóteles la ética es una reflexión sobre la acción humana en búsqueda de la libertad y la felicidad. Y para ello, dice, tenemos que intentar desarrollar las virtudes, es decir, los hábitos que nos dan fuerza, que nos ayudan a vivir mejor. Porque no olvidemos que la palabra virtud viene de “vir”, de la virilidad, la fuerza, la excelencia. De modo que la virtud es lo que nos da fuerza frente a la debilidad, que es el vicio. La virtud es lo que aumenta nuestra fortaleza y por tanto nuestra capacidad de alcanzar la felicidad.


¡Feliz miércoles!

martes, 19 de julio de 2016

Las ciencias Aristotélicas II

Lo que conocemos de los escritos de Aristóteles atestigua su enorme capacidad de asombro y deseo de saber. Su interés se desplegó rigurosamente por los más diversos ámbitos. El estilo de los escritos es pedagógico y a menudo árido. También escribió Diálogos, cuya fuerza y claridad fueron muy elogiados en su tiempo, pero que se perdieron.

Cuando Teofrasto organiza la obra de Aristóteles toma algunos cuantos libros sobre temas que ubica después de los referidos a la física, y los llama “metá tá fisicá”, es decir, “lo que viene después de la física”. La palabra “metafísica” significa, pues, lo que viene después de la física. En realidad, para Aristóteles, el gran científico e investigador, todo es realidad: lo físico, lo psicológico, lo político y lo metafísico. Él intentó abarcar todos esos ámbitos porque todos están conectados con la misma inquietud humana de asombrarse ante lo real, de buscar una explicación, de definir, de precisar, de convertir en concepto al mundo para habitarlo mejor.


¡Feliz martes!

lunes, 18 de julio de 2016

Las ciencias de Aristóteles

Aristóteles acometió la primera sistematización o clasificación de las ciencias en la Antigüedad. Las dividió en tres clases:
  1. Las ciencias productivas: apuntan a la generación de objetos bellos y útiles-
  2. Las ciencias prácticas: se ocupan de la acción humana, la ética y la política.
  3. Las ciencias teóricas: son las que se ocupan del conocimiento mismo, la física, la matemática y la filosofía primera (conocida hoy en día como metafísica).

Al morir Alejandro de Macedonia en 323 antes de Cristo, Aristóteles abandonó Atenas rumbo a Calcis, dejando la dirección del Liceo bajo la responsabilidad de Teofrasto, quien fue el organizador de su obra, de la que apenas nos llegó una parte de los apuntes y de distintos apuntes dispersos.

¡Feliz inicio de semana!

sábado, 16 de julio de 2016

Ser en potencia

El primer problema al que se enfrentó Aristóteles, en su pensamiento que partía de la observación,  fue el del cambio que en el pensamiento anterior había sido opuesto al ser. Frente a esto Aristóteles acuñó la noción del "ser en potencia", que no es un no-ser y tampoco un ser pleno.
El ser pleno para Aristóteles es "ser en acto". Estas nociones le permitieron explicar el cambio como un paso del ser en potencia al ser en acto. La semilla se transforma y da lugar al árbol,  porque la semilla es ya el árbol,  pero sólo "en potencia" y con el tiempo,  si las circunstancias son propicias,  va actualizándose.
Para explicar el cambio al que todas las cosas del mundo están sometidas hay que pensar que en cada caso hay algo que cambia. Ese algo, Aristóteles, lo llamó ousía, palabra que designa el verdadero valor de una propiedad puesta como garantía en una transacción comercial.  La ousía de un terreno,  por ejemplo,  era el valor verdadero de ese bien,  lo que objetivamente representaba su realidad.
Luego,  los romanos tradujeron ese término como substancia, es decir,  lo que está por debajo,  lo que sostiene aquello que según Aristóteles son los accidentes.

Feliz sábado!

jueves, 14 de julio de 2016

Ideas versus Forma

La filosofía aristotélica se opuso a la enseñanza platónica por entender que ésta, con su teoría de las ideas, duplicaba innecesariamente los entes, ya que explicaba los entes reales por otros ideales. Así, para entender los caballos de carne y hueso postulaba un caballo idea, una idea de caballo, a la que sólo podía accederse por la razón y a la que los caballos reales debían adecuarse o, por decirlo de otro modo, de la que participan.
Puesto que las cosas reales sólo eran tales por su conformidad a sus respectivas ideas, resultaba que éstas eran aún más reales que aquella. Consideraba además que la noción platónica de una participación de las cosas particulares en las ideas era poco satisfactoria. Para Aristóteles las ideas son entidades ficticias. Sólo existen los individuos, quienes son las sustancias que sostienen todos los atributos que predicamos de ellos. Las ideas universales, por su parte, no son más que abstracciones que el entendimiento realiza a partir de los individuos.
Platón y Aristóteles, sin embargo, sí coincidieron en que hay algo que es la esencia de las cosas. Platón la llama idea o eidos, Aristóteles en alguna oportunidad lo llama forma, en otra género o esencia.
Tanto maestro como alumno apuntan a lo universal y creen que ésa es la función de la filosofía. La diferencia reside en que Platón pone ese esencia en el ámbito trascendente y Aristóteles la ubica en en plano inmanente (más allá de lo empírico), con lo que lo universal estaría en lo particular e individual, lo que refleja el profundo interés aristotélico por el conocimiento empírico de la naturaleza.
Según Aristóteles, nuestros conocimientos primeros parten de los sentidos, de la experiencia, y una vez que hemos captado en nuestro conocimiento sensible, desde éstos datos, nuestra inteligencia puede realizar una tarea de abstracción

Feliz jueves

martes, 12 de julio de 2016

Aristóteles - educación para todos

Aristóteles siempre mostró gran preocupación por la educación y lo deja claro en el libro octavo de Política. El texto dice: «desde luego nadie va a discutir que el legislador debe tratar muy en especial de la educación de los jóvenes. Y, en efecto, si no se hace así en las ciudades se daña su constitución política, ya que la educación debe adaptarse a ella. El carácter particular de cada régimen suele preservar su constitución política como la ha establecido en su origen; es decir, el carácter democrático, la democracia, y el oligárquico, la oligarquía. Siempre el carácter mejor es responsable de una constitución mejor. Además, en todas las facultades y habilidades subyacen unos elementos que hay que educar y habituar previamente a sus actividades respectivas, de forma que evidentemente también es preciso para las prácticas de la virtud. Puesto que el fin de toda ciudad es único, es obvio que necesariamente será una y la misma la educación de todos, y que el cuidado por ella ha de ser común y no privativo, a la manera como ahora cuida cada uno por su cuenta sus propios hijos y le da la instrucción particular que le parece bien. El entrenamiento en los asuntos de la comunidad debe ser comunitario también. Al mismo tiempo hay que considerar que ninguno de los ciudadanos se pertenece a sí mismo, sino todos a la ciudad, pues cada uno es una parte de ella. Y el cuidado de cada parte ha de referirse naturalmente al cuidado del conjunto.
También en ese aspecto podría cualquiera elogiar los los espartanos, ya que no sólo dedican el mayor interés a lo que concierne a los niños, sino que lo hacen oficialmente. Que se deben dar leyes sobre la educación y que hay que hacerlo oficialmente para la comunidad está, pues, claro».

Feliz martes.

lunes, 11 de julio de 2016

¿Quién fue Aristóteles?

Aristóteles es el otro gran pensador original, la única figura capaz de compararse con Platón. Ambos son los grandes iniciadores de la historia de la filosofía, si dejamos de lado a Sócrates, que es fundamental, pero que nunca dejó nada por escrito.
Aristóteles nació en Estagira en el 384 a. de C. y murió en Calcis en el 322 a. de C. Era hijo de un médico de la corte de Macedonia. Durante 20 años fue discípulo de Platón, pero se fue alejando de la doctrina de su maestro hasta romper con él. Es popular la frase que dijo alguna vez: “Soy amigo de Platón pero más amigo de la verdad”.

Hacía el año 343 a. de C., Filipo de Macedonea llamó a Aristóteles a su corte para que fuese el preceptor de su hijo Alejandro, quien a la muerte de su padre en el 355 a. de C. ascendió al trono. En ese Aristóteles regresó a Atenas y alquiló un terreno junto al santuario dedicado al dios Apolo Liceo de donde tomó el nombre la escuela aristotélica: el Liceo. En ese lugar Aristóteles y sus discípulos se dedicaron a investigar y a enseñar lógica, física, biología, ética, política y otras disciplinas. Además, con la ayuda económica de Alejandro pudo crear una gran biblioteca y un curioso zoológico.

domingo, 10 de julio de 2016

Amistad y virtud

La sabiduría del budismo, con su énfasis en la interacción humana directa, merece gran atención en esta época en que el contacto anónimo e impersonal vía internet trivializa, distorsiona y empobrece las relaciones humanas. Por ejemplo, a los jóvenes de hoy en día se los lleva a creer que pueden hacer un «amigo» online solo clicando sobre una pantalla. Pero, en realidad, esto señala una discapacidad social en potencia que desatiende la conciencia y la práctica de las virtudes de la amistad (ensalzadas con tanta elegancia por Aristóteles en su Ética a Nicómaco, de Aristóteles estaremos profundizando esta semana que viene).
Y así, un joven puede «hacer» mil «amigos», o un millón, como dice la canción, en Facebook sin haber mantenido siquiera un solo contacto humano significativo.
No puede pensarse la existencia humana sin la interacción con los semejantes. Sin embargo, en la sociedad actual se explota, mercantiliza y discrimina al prójimo de maneras que destruyen progresivamente la naturaleza de las relaciones entre personas.
Hasta ahora no conozco ninguna tecnología capaz de sustituir una charla en persona con un amigo.

¡Feliz domingo!

sábado, 9 de julio de 2016

Virtud según el budismo

Aristóteles, Shakyamuni y Confucio enseñaron que la virtud de la moderación es una clave de la felicidad y la plenitud, mientras que los vicios del exceso y la deficiencia conducen a la infelicidad. Los tres insistieron en que las virtudes deben practicarse a diario.
Asimismo, enseñaron que ciertos actos —como el asesinato, el robo y la calumnia— son inherentemente malos, y por tanto excepciones a la regla de la moderación.

Un punto flaco de la ética de la virtud de Aristóteles es la ausencia de instrucciones amplias y avanzadas para la práctica cotidiana, mientras que las tradiciones confucianas con frecuencia caen en la trampa del aprendizaje de memoria e irreflexivo. No encuentro tales defectos en el budismo. Enseña práctic
as potentes y, gracias a sus universales fundamentos humanísticos, cualquier persona puede seguirlo, incluso quienes abrigan creencias religiosas teístas.
En este sentido, es superior al pensamiento de Aristóteles y Confucio; acomoda las fuerzas de ambos al tiempo que resuelve la tensión fundamental que existe entre ellos. Aristóteles antepone el individuo al grupo; Confucio, el grupo, al individuo. El budismo afirma el valor de todo ser consciente al tiempo que hace hincapié en la interconexión entre todos los seres.

Feliz sábado.

viernes, 8 de julio de 2016

Imperturbable

Al filósofo Ikeda le preguntaron: ¿Cómo interpreta la virtud el budismo?
Ikeda: “Un ejemplo serían las cuatro virtudes representativas de los bodhisattvas y budas: eternidad, felicidad, verdadera identidad y pureza.
  • La eternidad se refiere a la presencia constante de la naturaleza de Buda inherente a todos los seres.
  • La felicidad es la capacidad de disfrutar de la existencia con rebosante vitalidad.
  • La verdadera identidad es la construcción de un yo superior, firme e indestructible, que trascienda los aspectos relativos y limitados del yo inferior.
  • La pureza es la disposición pura y clara hacia el bien, aun en un mundo contaminado e impuro.
  • El budismo no es una teoría abstracta. La finalidad de la práctica budista es establecer una identidad que pueda mantenerse imperturbable y sólida”.

Notemos que para el filósofo budista Ikeda cuatro son las virtudes necesarias para considerar a un hombre virtuoso. Como hemos ido publicando, no han sido pocos los filósofos que se han preocupado por este tema de la virtud en el hombre, y es que justamente ser virtuoso en un mundo tan contaminado como el nuestro se ha vuelto cada vez más difícil, imposible no, pero si algo cuesta arriba. De todas las virtudes que menciona (eternidad, felicidad, verdadera identidad y pureza) considero que la más importante es la “verdadera identidad” ya que si logramos construir un mejor yo cada día, podemos llegar a hacer un ser imperturbable, es decir, que ninguna situación nos va a inmutar, siempre nos mantendríamos firme en nuestros preceptos, lo cual a la final se traduce en tranquilidad y una mente más clara a la hora de tomar decisiones.


¡Feliz viernes!

jueves, 7 de julio de 2016

Ser virtuoso

Rectificar la injusticia no es algo que pueda hacerse sin coraje.
Alentar a los amigos que tienen problemas y salir al encuentro de alguien que sufre son actos de solidaridad que tampoco pueden llevarse a cabo sin valentía, aunque esto no parezca tan evidente.
¡En cierto sentido, hasta algo tan simple como madrugar requiere una cuota de valor! También hay que ser valiente para transformar las debilidades.
En verdad, adquirir conocimientos sobre las virtudes no es lo mismo que ser virtuoso. La virtud como ejercicio requiere de la praxis; es una puesta en práctica. Como escribe Marco Aurelio: «No pierdas más tiempo discutiendo cómo debería ser un buen hombre. Sé un buen hombre.»
Por eso es tan importante la existencia de un mentor que actúe junto a los jóvenes y les ofrezca un modelo real de conducta.

Esta mañana un señor me abordó y me decía: “me impresiona como mi hijo imita todas las cosas que hago”, y yo le repliqué: “tan pequeños su forma de aprender es imitando, no tenemos forma de razonar con ellos algo, pero si ven nuestro ejemplo eso bastará”.
También me hizo una reflexión sobre su aprendizaje cristiano, creo que era del grupo de los testigos de Jehová. Me decía: “yo estoy aprendiendo, al igual que mi esposa, sobre la Biblia y las leyes de Dios”, entre otras cosas, pero me gustó un comentario sobre que una persona cristiana perteneciente a otro culto no le hablaba, y su reflexión la siguiente: “¿acaso yo no soy su prójimo?”, excelente pregunta.
Y yo le añadí: más que tu prójimo, si te considera tu enemigo, el amor sublime del que Jesús nos hablaba era el amor al enemigo. Y en este contexto de la virtud, pienso que quizás la virtud sublime es el amar a nuestro enemigo, ya que iría en contra de cualquier paradigma que nos inventemos.


¡Feliz jueves!

miércoles, 6 de julio de 2016

Una virtud para todas

Todas las virtudes clásicas tienen un significado especial para cada generación. Lo que tienen en común es el referente de que la naturaleza humana es maleable. Puesto que la naturaleza humana es una única cosa —ya que los diferentes idiomas, creencias, costumbres y culturas solo denotan diferencias superficiales—, todas las virtudes tienen que ser comunes para toda la humanidad. Está claro —tanto desde un punto de vista teórico como práctico— que la valentía, la justicia, la sabiduría y la templanza están interrelacionadas. Es decir, que el ejercicio de una de ellas implica el ejercicio de todas.
Como afirma el poeta griego Teognis de Megara: «En justicia, toda virtud es virtud colectiva, y todo hombre es bueno si es justo.» Para establecer justicia hay que aunar valentía, acción y sabiduría. Y, asimismo, la fortaleza de no claudicar ante la desventura y la maldad. Así pues, en la práctica, la defensa y la consolidación de la justicia intervienen numerosas virtudes.
Por lo tanto, insisto, no hay que ver la filosofía como una actividad limitada a los filósofos de profesión. Antes bien, es una práctica que cualquier persona puede emprender en su afán de contestar preguntas y resolver problemas cotidianos.
Todo el mundo puede seguir su propia luz interior, sobre todo cuando practica las virtudes que la hacen brillar con más intensidad. Para una vida así iluminada no hay viaje agotador, no hay camino bloqueado, no hay pesar que debilite, no hay mal que triunfe. Aristóteles enseñaba que alcanzamos la justicia realizando actos justos, que practicamos la valentía con actos valientes.

También en Mis Poemas Sígueme:
http://ola-mispoemas.blogspot.com/2016/07/sigueme.html

¡Feliz miércoles!

martes, 5 de julio de 2016

Renovación de la virtud

Los fundamentos de la moral humana no pueden darse por sentados: cada generación tiene que renovarlos. Los siguientes ejemplos sirven para subrayar cómo se pueden y deben crear causas virtuosas, incluso —y sobre todo— a partir de las circunstancias más espantosas.
A lo largo de la historia es algo que ocurre una y otra vez, tanto en Oriente como en Occidente, se han escrito obras restaurativas como respuesta a crisis extremas.

  1. Laozi escribió el Tao Te King durante el período de los Estados Guerreros (475-221 a. C.).
  2. Platón escribió La República después de la Guerra del Peloponeso.
  3. San Agustín escribió Ciudad de Dios tras el saqueo de Roma.
  4. Thomas Hobbes escribió el Leviatán durante la Guerra Civil inglesa.
  5. Gandhi escribió Reflexiones sobre la verdad después de la lucha por la autonomía de la India.
  6. Camus escribió La peste tras la ocupación nazi de Europa.
  7. Daisaku Ikeda y Gorbachov publicaron Moral Lessons of the Twentieth Century [Lecciones morales del siglo XX] cuando terminó la Guerra Fría.
Muchos de los grandes filósofos que postularon la importancia de las virtudes y las pusieron en práctica en su propia conducta ejemplar —entre ellos, por supuesto, Sócrates—, debieron sufrir la difamación de sus contemporáneos.
Hoy y en todas las épocas, señalar la forma correcta y humana de vivir puede significar una lucha de vida o muerte. Es un principio inexorable que se observa en todo lugar o momento de la historia. El filósofo romano Cicerón escribe que la equidad, la templanza, la fortaleza, la prudencia y todas las virtudes libran una contienda contra la injusticia, la lujuria, la indolencia, la precipitación y todos los vicios; así pues, la abundancia lucha contra la pobreza; los buenos planes, contra los torpes designios; la sabiduría, contra la insensatez, y la esperanza bien fundada, contra la desesperanza universal.


Hoy puede leer también en el blog Las Religiones del Mundo:


¡Feliz martes!

lunes, 4 de julio de 2016

Virtud o una vida buena

Aunque la naturaleza de la virtud varía en distintas culturas, cada una proporciona un estándar que ha evolucionado a partir de la experiencia cotidiana de llevar una vida buena.

La filosofía griega antigua, por ejemplo, ensalzaba las virtudes de la sabiduría, el coraje, la templanza y la justicia.
Los confucianos respetaban las llamadas cinco virtudes: benevolencia, justicia, cortesía, sabiduría y fidelidad.
Benjamin Franklin hizo una lista de trece virtudes: templanza, silencio, orden, determinación, frugalidad, diligencia, sinceridad, justicia, moderación, aseo, castidad, tranquilidad y humildad. Y todas y cada una de ellas merecen ser observadas.

Nichiren escribe acerca del confucianismo: A través de estas enseñanzas, la gente aprendió las normas del decoro y llegó a comprender la deuda de gratitud que cada persona contraía con sus padres; además, se llegó a establecer una clara distinción entre el gobernante y los gobernados, para que el país fuese regido con sabiduría. El pueblo obedecía a los líderes que seguían esas enseñanzas.

En general, la historia nos revela que en respuesta a las épocas de crisis, se proponían determinadas virtudes como pautas para restablecer el humanismo. Ojalá aquí en Venezuela comience un movimiento para rescatar el verdadero carisma del venezolano.


Feliz inicio de semana.

domingo, 3 de julio de 2016

La virtud como valor Supremo

Sócrates postuló la areté o «virtud» como valor supremo; es decir, la excelencia o dar lo mejor de uno mismo. Esto y su creencia en la inmortalidad del alma, que trasciende el término de nuestra existencia física, le permitió aceptar una condena injusta y beber valientemente la poción de cicuta. Creía que las malas acciones dejaban una marca en el alma. Esta idea se asemeja a la enseñanza budista de que nuestros actos o karma modelan nuestra vida a través del pasado, presente y futuro. Uno y otro enfoque reconocen la eternidad de la vida, que trasciende la existencia y la muerte en este mundo.
Igualmente para los católicos las acciones repercuten en la vida de cada uno y en su salvación.

Feliz domingo.

Hoy también en el señor de los milagros:
http://ola-elsenordelosmilagros.blogspot.com/2016/07/de-tal-manera-amo-dios-al-mundo.html

sábado, 2 de julio de 2016

Platón y sus ideas en la práctica

Platón intento llevar sus ideas a la práctica y convertirse en protagonista político. Hizo tres viajes a Siracusa. En el primero gobernaba el tirano Dionisio I y Platón pretendió, sin éxito, constituirse en su consejero. En el segundo y tercer viaje, ya muerto Dionisio I, estaba en el trono su hijo Dionisio II, y Platón pensó que quizás el hijo fuese más maleable que el padre, e intentó aconsejar al novel tirano para dirigirle en lo él creía era la senda de la justicia. Platón presentó un proyecto de constitución, que fue desechado por Dionisio II, aconsejó la organización de una confederación de ciudades contra la amenaza de Cartago, que jamás fue instrumentada, y requirió la amnistía para los opositores políticos de Dionisio, la que fue desestimada.
Como no podía ser de otra manera, el experimento fue una absoluto fracaso y Platón tuvo que volverse a Atenas ya no derrotado como político, sino para salvar su vida, porque Dionisio se reveló más tirano que filósofo en cuanto empezó a ejercer el poder.


Feliz sábado.

viernes, 1 de julio de 2016

Moral y Justicia

En el Protágoras, Platón cuenta que Zeus envió a Hermes para repartir entre los hombres los fundamentos esenciales de la civilización: AIDÓS y DÍKE. Zeus le indicó a su enviando: “Dales de mi parte una ley: que a quien no se capaz de participar de AIDÓS y DÍKE lo expulsen como una enfermedad de la ciudad”.

AIDÓS: es el pudor, el sentido moral, el respeto.
DÍKE: es el recto sentido de la justicia.

El área de la ética es la que corresponde a AIDÓS, comprendida como la disposición del sujeto libre de reconocer la humanidad en los otros.

DÍKE pertenece al área del derecho, comprendida como institucionalización formal de lo que corresponde a cada uno y conjunto de garantías que aseguran su protección.

Entonces, ¿qué es la política? ¿Se trata del área respectiva a la fuerza violenta (KRATÓS) que se impone avasalladoramente para asegurar la estabilidad jerárquica de la propia comunidad y la defensa o propósito de conquista frente a las comunidades vecinas?

Desde el principio de la historia es evidente que donde aplican el KRATÓS han de padecer AIDÓS y DÍKE. Tal vez sea la razón por la que muchos gobernantes suponen que las disposiciones enviadas por Zeus a los hombres son demasiada humanas. Y que en realidad es KRATÓS la auténtica divina ya que Zeus se la guardó para sí mismo.

Lo que sí es cierto, y lo podemos observar hoy día, es que sin la colaboración de KRÁTOS (fuerzas policiales, militares y otros), ni DIKÉ, ni AIDÓS encontrarían ese marco constituido en el que pueden ejercerse.

Da un poco que pensar, ¿no?...


Feliz fin de semana.