martes, 29 de septiembre de 2020

Aquino sobre la no existencia de Dios


Los argumentos de Aquino sobre la no existencia de Dios Como parte de la investigación titulada «Si Dios existe», Aquino observa que parecería que Dios no existe, ya que si una de dos cosas contrarias es infinita, su contraria sería completamente destruida. 

Como por «Dios» entendemos algo infinitamente bueno, se sigue que, si Dios existiera, el mal no existiría. Sin embargo, el mal existe en el mundo. Por lo tanto, Dios no existe. 

En segundo lugar, añade con brío, «no se deben agregar elementos de forma innecesaria en una explicación». Parecería que podemos explicar todo lo que hay en el mundo suponiendo que Dios no existe. Todos los efectos naturales pueden remitirse a causas naturales, y todos los efectos artificiales encuentran su causa en la razón y la voluntad humanas. Así pues, no hay necesidad de suponer que Dios existe. 

Reflexionando sobre las posibles debilidades de este argumento, la refutación de Aquino del primer punto es muy poco entusiasta. Recuerda meramente que san Agustín señaló que «como Dios es el bien supremo, no permitiría ningún mal en su obra a menos que fuera tan omnipotente y bueno que pudiera hacer surgir el bien incluso de lo malo». 

Aquino no lo dice, pero queda bastante claro que esta afirmación ni se acerca a la solución del problema. Evidentemente, un Dios todopoderoso y bondadoso podría y debería preferir hacer surgir lo bueno de lo bueno. ¿Por qué originar lo malo? La discusión de Aquino sobre los argumentos contra la existencia de Dios es bastante más detallada. «Debe decirse que la existencia de Dios puede probarse mediante cinco vías».

martes, 22 de septiembre de 2020

Anselmo sobre la existencia de Dios


Los filósofos, para no mencionar a la Iglesia, han tendido a enfatizar los argumentos del Aquinate a favor de la existencia de Dios en mucha mayor medida que sus excelentes, auténticos y contundentes argumentos en contra. Al tocar este tema, probablemente esperaba mejorar los argumentos que había sostenido el otro santo Tomás dos siglos antes que él. En 1077, después de mucho pensar, Tomás Anselmo presentó su prueba de la existencia de Dios, conocida como «argumento ontológico». Este argumento, planteado en forma de plegaria a Dios, comienza con una descripción Suya como «algo tan grande que nada mayor puede ser concebido». La lógica de este argumento es que como todo el mundo acepta que —por definición—Dios es el ser más grande que puede concebirse y, en segundo lugar, que Dios existe por lo menos en tanto que podemos formarnos un concepto de Él (es decir, existe «en el entendimiento»), sólo necesitamos dar un pequeño paso más para darnos cuenta de que Dios también existe «en realidad». Y este paso es posible gracias a la tercera e ingeniosa premisa del argumento, que afirma que algo que existe en realidad, además de en teoría, es más grande que algo que sólo existe en el entendimiento. Como Dios es el ser más grande que puede concebirse, debe existir en la realidad tanto como en el entendimiento. Los monjes consideraron que esta demostración de la existencia de Dios constituía un triunfo. Pero tenía una debilidad: limitaba la existencia de Dios a una mera definición. Aquino pensó que podía hacerlo mejor.

sábado, 19 de septiembre de 2020

Tales de Mileto y el eclipse


Tales de Mileto (640-535 a. C.). El primero y más famoso de los siete sabios de Grecia. Su vida está envuelta en la bruma de la leyenda. Fue el primer filósofo jónico. Recorrió Egipto, donde hizo estudios, poniéndose en contacto de este modo con los misterios de la religión egipcia. Se le atribuye el haber predicho el eclipse del 585 a. C..

Este eclipse total, visible en la Asia Menor, tuvo lugar el 28 de mayo de 585 a. C,​ (Calendario Juliano). Según Heródoto, este eclipse solar había sido previsto por Tales de Mileto. Aquel día, el ejército del rey Medo Ciáxares, que anteriormente había acabado con el imperio Asirio, se encontraba a orillas del río Kizilirmak con la intención de conquistar el Reino de Lidia.

Finalmente, a Tales también se le atribuye el haber realizado la medición de las pirámides, mediante las sombras que proyectan. Fue el primero en dar una explicación de los eclipses. 

jueves, 17 de septiembre de 2020

Tomás de Aquino - camino a la santidad


El camino de Tomás hacia la santidad no careció de obstáculos. Ante todo, durante su camino para ingresar en el monasterio, dos de sus hermanos saltaron de entre unos arbustos y lo raptaron, para hacerlo luego prisionero en un castillo y ofrecerle toda clase de tentaciones. 

Aún peor, en 1277 el arzobispo de París intentó que Tomás fuera condenado formalmente por hereje. Pasar de herético en 1277 a santo en 1323 constituye toda una resurrección…

¿Pero cuál fue el verdadero Tomás?

De todas las obras principales de Tomás, ninguna lo es tanto como su Summa Theologica, o «compendio de teología». Se trata de un verdadero magnum opus, y consiste en más de 518 preguntas y 2652 respuestas. El Doctor Angélico trabajó en ella durante siete años, entre 1266 y 1273. 

La Summa está escrita, según el estilo de los tiempos, en forma de «disputas». A la gente del Medioevo, y no sólo a sus filósofos, les encantaban estas disputas formales (conocidas como obligationes) en las que los oponentes estaban obligados a asentir, disentir o bien a dudar de las afirmaciones planteadas. El primero que se contradecía a sí mismo perdía.

Una celebrada disputa involucraba la teoría de Aristóteles que plantea que los objetos similares a las lanzas caen sin remedio directamente al suelo cuando son arrojados debido a la presión del aire, que los empuja en su trayectoria. En este caso, se consideró que el aristotélico había perdido cuando tuvo que considerar si afilar la punta de la lanza ocasionaría alguna diferencia. Pero, para Aquino, ésta era tan sólo una cuestión trivial. La primera disputa de la Summa Theologica trata, en cambio, de la naturaleza de la teología, mientras que la segunda discurre sobre la existencia de Dios.

martes, 8 de septiembre de 2020

Tomás de Aquino


Tomás de Aquino (1225-1274) tenía sobrepeso, sufría de hidropesía y tenía un ojo grande y otro pequeño, detalle que lo hacía parecer permanentemente ladeado. De niño se mantenía en silencio casi todo el tiempo y, cuando finalmente hablaba, por lo general lo que decía no tenía nada que ver con la conversación que se estaba sosteniendo. De modo que decidió hacerse filósofo y monje. 


En eso tuvo mucho éxito. De hecho, en 1323 Tomás fue canonizado (proclamado santo) por el papa Juan XXII, y en 1567 (con más pompa) fue reconocido como «doctor de la Iglesia», y en adelante sería llamado oficialmente «Doctor Angélico». 

En 1879, en el Concilio de Trento, cuando la Iglesia se enfrentaba al escepticismo de la revolución industrial, se recurrió, además de a la Biblia, a los escritos de Tomás. 

Después, el papa León XIII recomendó a Aquino ante los creyentes como su más seguro guía hacia los valores cristianos, y como lectura esencial para los estudiantes de teología.