miércoles, 20 de julio de 2016

Etica: en busca de la felicidad

Además de la Metafísica, como publicamos ayer, Aristóteles aporta una ciencia adicional, un área de conocimiento nuevo, que no es otra sino la Ética.
Esta palabra juega con sus dos acepciones que tiene en el idioma griego –carácter y costumbre-, puesto que ambas se diferencian sólo por un acento. Así, en griego podemos decir que el carácter, en el sentido del talante propio –es decir, el êthos- deriva del modo de vida adquirido por el hábito –es decir, éthos-.
Aristóteles se pregunta cuál es la finalidad que debe buscar el ser humano en el mundo. Todo lo que hacemos es, sin lugar a dudas, instrumental, sirve para conseguir tal o cual fin. Pero, después de todos esos fines, ¿qué hay? Más allá de los objetivos particulares de nuestra vida, ¿qué es lo que podemos aspirar a encontrar? Aristóteles responde que es la felicidad lo que los seres humanos buscamos. La ética no es, ni mucho menos –como lo ha llegado a ser a partir de visiones más penitenciales- una búsqueda del deber, de la obligación, del sacrificio. No. Para Aristóteles la ética es una reflexión sobre la acción humana en búsqueda de la libertad y la felicidad. Y para ello, dice, tenemos que intentar desarrollar las virtudes, es decir, los hábitos que nos dan fuerza, que nos ayudan a vivir mejor. Porque no olvidemos que la palabra virtud viene de “vir”, de la virilidad, la fuerza, la excelencia. De modo que la virtud es lo que nos da fuerza frente a la debilidad, que es el vicio. La virtud es lo que aumenta nuestra fortaleza y por tanto nuestra capacidad de alcanzar la felicidad.


¡Feliz miércoles!

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