viernes, 22 de julio de 2016

Amor Propio

“Amarse a uno mismo”, más de un libro de autoayuda trata este tema, amarse a sí mismo, pero hasta qué punto ese amor propio no se transforma en egoísmo; incluso hasta qué punto incluso no se piensa en perjudicar al otro. El amor propio del que habló Aristóteles en su momento lo llamó la filautía, es decir, el afán de llegar a ser lo que es recomendado por el oráculo, la búsqueda de la excelencia y la plenitud, el empeño en lograr la vida buena según lo posible y razonable, la consideración teórica y norma práctica de lo más conveniente, la mejor estrategia de resistencia frente al cerco de la muerte, la procura del gozo y de la serenidad, el egoísmo ilustrado.
En su libro IX de la ética nos ilustra cómo se comporta un hombre vil y uno bueno en relación al amor propio; el texto dice así: “parece que el hombre vil lo hace todo por el amor así mismo, y tanto más cuanto peor es –y así se le reprocha que no hace nada sino lo suyo- mientras que el hombre bueno obra por lo noble, y tanto más cuanto mejor es, y por causa de su amigo, dejando de lado su propio bien”. Igual podríamos aplicar esto a aquellos que “participan en riquezas, honores y placeres en mayor medida de lo que les corresponde”, algo que le gusta a la mayoría.
Sin embargo, quien siga este camino de manera sincera, “será un amante de sí mismo en el más alto grado, pero de otra índole que el que es censurado, y diferirá de éste tanto cuanto el vivir de acuerdo con la razón difiere del vivir de acuerdo con las pasiones, y el desear lo que es noble difiere del deseo de lo que parece útil”.
En pocas palabras: mientras el bueno se guía por la razón, el malo lo hace por las pasiones. “De acuerdo con esto el bueno debe ser amante de sí mismo –porque se ayudará a sí mismo haciendo lo que noble y será útil a los demás- pero el malo no debe serlo porque, siguiendo sus malas pasiones se perjudicará tanto a sí mismo como al prójimo”.


¡Feliz viernes y feliz fin de semana!

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