martes, 23 de abril de 2019

El alfabeto


Alrededor del año 2000 antes de Cristo, los faraones se dieron cuenta de que tenían un problema. Cada victoria militar sobre sus vecinos les permitía capturar y esclavizar más prisioneros de guerra, pero los egipcios eran incapaces de trasladarles órdenes por escrito porque estos esclavos no entendían la escritura jeroglífica.

El sistema jeroglífico egipcio constaba de miles de caracteres y con un símbolo diferente para cada idea o palabra. Aprendérselos todos de memoria podía llevar años. Sólo un puñado de egipcios podía de hecho leer y escribir con este difícil sistema.

Los lingüistas creen que casi todos los alfabetos modernos descienden de una versión simplificada de los jeroglíficos, desarrollada por los egipcios hace 4000 años para comunicarse con sus esclavos.

En esta versión simplificada cada signo representaba únicamente un sonido. Este avance permitió reducir el número de caracteres de varios miles a unas pocas decenas, agilizando su uso y aprendizaje. El complejo lenguaje jeroglífico fue olvidado con el tiempo, de forma que los expertos se vieron incapaces de traducir sus caracteres hasta el descubrimiento de la piedra de Rosetta en 1799.

El alfabeto tuvo un rotundo éxito. Cuando los esclavos egipcios volvieron a sus tierras de origen, se llevaron consigo este sistema, que se extendió por todo Oriente Próximo hasta convertirse en base de escritura de esa región, como el árabe y el hebreo.

Los fenicios, una antigua civilización de comerciantes marinos, divulgaron el alfabeto entre las tribus con las que se fueron cruzando por la costa mediterránea. Los alfabetos griego y romano, sucesivamente, se basaron en la antigua escritura fenicia.

Hoy en día, la mayoría de las lenguas modernas, incluido el español, usan el alfabeto romano.

Feliz martes.

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