viernes, 9 de noviembre de 2012

Los tres tesoros de Lao Tzu – Segunda parte: EROS


Poema 67 del Tao Te Ching:
Tengo tres tesoros…
El primero se llama amor.

Al comparar diferentes traducciones de Tao Te Ching nos encontramos con una reveladora lista de sinónimos que designa el primer gran tesoro de Lao Tzu: Amor, misericordia, compasión y cariñosa amabilidad. Todos apuntan a una misma dirección: el amor desinteresado e incondicional.

Es sorprendente que al mismo tiempo que Lao Tzu concibiera y practicara el amor compasivo en la Antigua China, exactamente en el mismo momento en que Siddharta Gautama (Buda) concebía y practicaba el amor compasivo en la antigua India.

Ahora bien, desde una perspectiva más occidental nos encontramos con que los griegos identificaron cuatro tipos de


Los griegos antiguos identificaron cuatro clases de amor: eros, filia, storge y ágape.
Para ellos, eros significa algo más que amor erótico; designaba el apetito de cualquier placer, incluidas las ganas de gozar la vida. En este sentido más amplio, todos los seres vivos tienen instintos eróticos. Cada vez que nos esforzamos en sobrevivir, comer, beber, estar alegres o amar y ser amados, estamos manifestando un apetito primordial por la vida: eros. Pero la búsqueda del eros también puede acarrear dolor además de placer. En los casos peores, puede incluso conducir a la muerte. Si reflexionamos sobre las grandes historias de amor, como Romeo y Julieta o Trstán e Isolda, no tendremos más remedio que admitir que cuando el amor erótico alcanza su cúspide romántica, desciende al valle de la muerte. Así pues, quienes buscan con más ahínco las mayores emociones en las cotas máximas del erotismo también son los más propensos a correr grandes riesgos, aumentando sus posibilidades de sufrir heridas graves o morir.

En cualquier caso, los exquisitos placeres del amor romántico, que tan breves parecen por su duración, suelen estar más que contrarrestados por el terrible dolor de un corazón partido, que parece persistir para siempre.
Este desequilibrio –unos pocos momentos fugaces de dicha seguidos por una angustia aparentemente eterna- se debe a la naturaleza efímera del amor erótico.

Desde un punto de vista práctico, el primer tesoro significa hacer un esfuerzo para experimentar con formas de amor distintas del eros, formas cada vez más desinteresadas y compasivas, y por consiguiente inmune a los inevitables sufrimientos del apetito posesivo, obsesivo o adictivo.

La próxima semana seguimos con las otras clases de amor filia, storge y ágape, de modo de investigar si alguno se parece al gran tesoro de Lao Tzu.

Feliz fin de semana.

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