jueves, 16 de noviembre de 2017

El racimo de uvas

En cierta ocasión, San Macario de Alejandría y algunos de sus discípulos salieron a peregrinar.
Cuando llevaban varias horas de camino e iban muertos de sed, pasaron por una campiña donde un campesino se disponía a comerse un racimo de uvas.
Le preguntaron al hombre si había alguna fuente de agua cerca y él le respondió que no. Al verlos tan sedientos, les ofreció un racimo de uvas.
San Macario lo recibió y se lo pasó al discípulo que, según creyó, tenía más sed, el cual a su vez, se lo entregó al segundo. Este se lo dio a un tercero, y así sucesivamente, el racimo de uvas pasó de mano en mano, hasta que el último terminó devolviéndoselo al santo.
Entonces, San Macario se lo dio de nuevo al campesino diciéndole:
-Tómalo: tú estás solo y nosotros somos muchos y estamos unidos.


Feliz jueves.

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