lunes, 6 de junio de 2011

La gota de miel

El maestro reunió a sus discípulos y les dijo:
-El apego nos hace sufrir, origina disputas aun entre los seres más queridos, nos hace aferrarnos y entrar en servidumbre. Es fuente de dolor y de división, de enemistad y competencia. Poned todo vuestro empeño en estableceros en el desapego. El apego siempre es apego.
Después de la charla, uno de los discípulos comenzó a pensar sobre el tema y a darle más y más vueltas. No terminaba de comprender que el apego no que todos los apegos fueran iguales. Confuso, acudió ante el maestro y le dijo:
-Me cuesta creer, señor, que todos los apegos sean iguales.
-Todos tienen en común la misma actitud mental –repuso con firmeza el maestro.
-Pero ¿por qué?
-Cierra los ojos y saca la lengua.
Así lo hizo el discípulo. El maestro le puso entonces una gota de miel en la boca.
-¿Qué es? –preguntó el maestro.
-Miel –contestó el discípulo, sorprendido.
-Pues bien, nadie puede tomar una gota de miel sin que le sepa dulce. El disfrute es el disfrute, cualquiera que sea el objeto que lo produzca, pero lo que sí es posible es cambiar la actitud ante el disfrute. Unos se apegan a la miel y otros se ejercitan para no hacerlo, pero la miel es dulce para todos.

El Maestro dice: Es el ego el que se apega y se recrea en el sentido de posesividad. Con una actitud de desapego y ecuanimidad, hay disfrute sin encadenamiento y sufrimiento sin mayor sufrimiento.

Reflexión: Al final de nuestra vida, ¿somos dueño de algo?, ¿acaso podemos llevarnos algo al morir? El apego como dice el texto es producto de las necesidades de nuestro ego de sentirnos dueño de algo, pero esto es totalmente ficticio.

¡Feliz semana!

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