lunes, 20 de junio de 2016

Qué se pierde con una inyección

En cierto momento, a finales del siglo XIX, el médico y filántropo venezolano José Gregorio Hernández, estaba realizando una operación y, en un momento de la misma, el paciente comenzó a temblar convulsivamente.
Los asistentes creyeron advertir en el temblor la presencia del tétanos y decidieron aplicarle al paciente una inyección de suero antitetánico.
Hernández comprendió que el temblor era de origen nervioso y ordenó que le diesen una pequeña cucharada de bromidia.
-¿Y qué se perdería con ponerle una inyección, en vez de un sucedáneo? –le preguntó uno de los asistentes, un tanto molesto.
-Perderíamos la honradez y la moralidad –respondió Hernández.


Feliz inicio de semana.

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