jueves, 9 de junio de 2016

Comercializadores de esperanza

Todas las sociedades aspiran, conscientemente o no, a utopías de un tipo u otro. Los políticos comercian con las esperanzas de la gente de alcanzar el cielo en la tierra. Como no es posible, las vidas de las naciones, como de las personas, son una lucha perpetua por hacer realidad esos sueños. Por ejemplo Mandela así como Martin Luther King Jr. sostuvieron años el mismo sueño: que un día, a la gente de su país, se le juzgara no por el color de su piel sino por su carácter.

La política, por su parte, reducida a sus elementos esenciales, es persuasión, ganarse a la gente. Todos los políticos son seductores profesionales. Viven de cortejar a la gente. Y si son listos y hacen bien su trabajo, si tienen talento para conectar bien con el pueblo, prosperan. Lincoln era así, Roosevelt, y Churchill, y De Gaulle, y Kennedy, y Martin Luther King, y Blair. También lo era Arafar, Hitler y Hugo Chavéz (en el caso de mi país). Todos ellos se ganaron a la gente para la causa que defendían. Sin embargo, todos ellos fueron superados por el sr. Mandela en cuanto al alcance de su ambición. Mandela después de ganarse a su gente -tarea nada fácil porque era gente muy diversa, formada por todo tipo de creencias, colores y tribus- se propuso ganarse a su enemigo.

En mi país Venezuela, así como en la mayoría de los países latinoamericanos vivimos permanentemente entre las promesas de unos políticos y las promesas de otros, sin darnos cuenta de que simplemente ellos están haciendo su trabajo, es decir, comercializando nuestra esperanza de un mejor país, lleno de oportunidades.


Feliz jueves.

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