La filosofía se opone desde sus
orígenes a las creencias religiosas tradicionales y busca explicaciones
alternativas, de corte naturalista, a las leyendas sobrenaturales que versan
sobre el origen y fundamento de la realidad. No sólo en el mundo físico, sino
también en el social. La justificación
del poder, de las leyes, de los tabúes y de las costumbres que brindan los
filósofos no apela a dioses ni a genealogías heroicas sino a fuerzas políticas
en conflictos y, en todo caso, a la necesidad de utilizar el temor para
disuadir a los díscolos de conductas perturbadoras. El carácter convencional,
no sagrado, de las pautas que rigen las sociedades –y que, por lo tanto, pueden
ser desafiadas por quienes no aceptan y denuncian ese convencionalismo- es un
aporte subversivo de primera hora del pensamiento filosófico.
La propia existencia de los dioses ha
sido negada y considerada irrelevante para el transcurso de los acontecimientos
humanos, tal como sostuvo Epicuro. Somos los humanos que fabricamos dioses a
nuestra imagen y semejanza, no al revés.
Feliz inicio de semana.
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