De los escritores norteamericanos fundamentales del
siglo XX, pocos han tenido la influencia y han sido tan imitados como Ernest
Hemingway (1899-1961), pero también pocos han tenido tantos detractores. Famoso
por sus novelas y cuentos, Hemingway se convirtió en una figura pública de
renombre en vida (y erigió una amplia leyenda en torno a él), por lo que en
ocasiones resulta complicado separar la realidad del mito.
Nació en Oak Park, en el estado norteamericano de
Illinois, en 1899. Aspiraba a ser escritor ya desde joven, y a los 18 años fue
contratado como reportero del Kansas City Star. En unos meses estaba trabajando
de conductor de ambulancia para la Cruz Roja en el frente italiano durante la
Primera Guerra Mundial. Resultó herido.
Tras la contienda, pasó varios años en París en
compañía de Gertrude Stein y otros escritores estadounidenses de la llamada
Generación Perdida, desilusionados todos por la brutalidad de la guerra. En la
capital francesa, Hemingway refino el estilo que lleva su sello: una prosa
masculina intencionadamente repetitiva y desestructurada, engañosamente simple.
Tras escribir varios cuentos inspirados en los veranos
de su niñez en Michigan y en sus viajes posteriores por Europa, se puso manos a
la obra con la que sería su primera novela y una de sus obras fundamentales,
Fiesta (1926). Este libro, que cuenta la historia de un joven norteamericano
rebelde que vaga por España y Francia, le procuró un reconocimiento inmediato.
Luego vendría Adiós a las armas (1929), sobre un
trágico romance en el marco de la Primera Guerra Mundial entre un conductor de
ambulancias estadounidense y una enfermera inglesa, y Por quién doblan las
campanas (1940), un relato sobre las guerrillas en la contienda civil española
inspirado en la labor que él mismo realizó como periodista en aquel conflicto.
El protagonista de esta novela encarna a la perfección lo que muchos han venido
a llamar el código heroico de Hemingway: un hombre estoico y desilusionado que
muestra su elegancia y nobleza al enfrentarse a la violencia y la adversidad.
A medida que su fama iba creciendo, Hemingway se fue
ganando (y cultivando) una sólida reputación como escritor interesado sólo en
la guerra, los toros, la caza, la pesca y otros temas claramente masculinos.
Pese a que algunos críticos despachan su obra con la etiqueta de literatura
para machos, la genial narrativa de su novela breve El viejo y el mar le hizo
merecedor del Premio Nobel de Literatura en 1954. Pero aunque llegó así a lo
más alto, sus últimos días los pasó hundido en una depresión y con una salud
cada vez más quebrada. Se suicidó con una escopeta en 1961. La influencia de su
estilo en la novela moderna sigue siendo, pese a todo, enorme.
Feliz jueves.
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