El escritor italiano Dante Alighieri se encontraba en
una iglesia de Verona, oyendo misa, y estaba tan concentrado en sus oraciones
que, al llegar el momento de la elevación, no se inclinó, ni tampoco se
arrodilló, no movió los labios en señal de estar rezando.
Al instante, varios de los asistentes a la misa se
escandalizaron, pues consideraron irreverente la actitud de Dante hacia las
cosas sagradas.
Por ellos, al concluir el oficio, lo denunciaron ante
el obispo, quien llamó al poeta a su despacho para amonestarlo.
-¡Me sorprende- respondió Dante-, oír tal acusación de
los que, mientras yo oraba con mi alma entera puesta en Dios de modo que no
sabía lo que corporalmente estaba haciendo, tenían en cambio su cuerpo y su
espíritu vueltos por completo hacía mí, sin ocuparse para nada en Dios!
¡Feliz viernes y excelente fin de
semana!
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