Las bases de un buen diálogo deben ser el respeto, la empatía y el amor sincero y bondadoso hacia los semejantes. No las que son monólogos unidireccional, donde no hay oportunidad para interactuar realmente.
La religión, al igual que el diálogo, no es una actividad solitaria, sino un ámbito para que los seres se cuiden y apoyen unos a otros, intercambiando experiencias y alentándose mutuamente.
Según Lou Marinoff en su libro El filósofo interior: El diálogo desempeña una función curativa constante, tanto en las sesiones de asesoramiento como con grupos más numerosos.
En primer lugar, anima a las personas a expresarse pues les permite airear su descontento emocional y conceptualizar sus circunstancias.
En segundo lugar, da pie a nuevas interpretaciones y permite una reformulación constructiva de dicho descontento y de las circunstancias.
En tercer lugar, el diálogo abre un espacio reflexivo y libera a las personas de las cargas emocionales y conceptuales que habitualmente soportan. Todas estas cosas conducen a la curación.
Por lo tanto, un diálogo bien llevado puede ser tan efectivo como una pastilla para la tensión o para el dolor de cabeza.
Aprovechemos!
Feliz jueves!
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