Un día, siendo presidente de los
Estados Unidos, Thomas Jefferson paseaba en compañía de un comerciante, cuando
un esclavo se cruzó en su camino y lo saludó con gran cortesía.
Jefferson contestó el saludo con mucha
deferencia, lo cual llamó la atención del comerciante quien, extrañado, le
preguntó:
- ¿Por qué se ocupa usted de saludar a
un esclavo?
- Porque sentiría mucho –contestó Jefferson-,
que un esclavo superara a un presidente en urbanidad y cortesía.
¡Feliz viernes y feliz fin de semana!
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