Todo el día nos enfrentamos a culpas, ansiedades,
antojos, en general, a mucho ruido mental. Todo ese ruido transcurre durante el
día de manera que no nos damos cuenta si quiera que todo eso esté pasando por
nuestra mente. Por lo tanto, nuestra mente nos mantiene presos en sus redes a
cada momento. La única manera de salirnos de esa cárcel es perdiendo nuestra
mente. Perdiendo nuestra mente, nos comenzamos a acercar a nuestros sentidos. Y
así, comenzamos a experimentar el presente.
Para lograr “aflojar” las puertas de esa cárcel
debemos prestar más atención a nuestro alrededor, a las imágenes, a los sonidos,
a las sensaciones, a sus sabores, a todo lo que nuestro entorno nos provee.
Y para lograr experimentar todo esto, solamente hay
que hacer es dejar de ver el mundo desde el punto de vista de nuestros propios
antojos personales.
Y usted se preguntará si esto es simple. La respuesta
es un contundente no, pero si se logra es un ejercicio bastante revelador. El
reto es: mirar al mundo sin nuestros prejuicios ni opiniones. De lo contrario,
seguiremos encerrados en nuestra propia cárcel.
¡Feliz jueves de semana santa!
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