En el libro El Poder del TAO (de Lou Marinoff, autor
de Más Platón y Menos Prozac) nos presenta la Salud y bienestar como bienes más
preciados que el dinero.
Cita el poema 13 del Tao Te Ching:
Quien considere el mundo como considera
la fortuna de su propio cuerpo puede gobernar el mundo. A quien ama el mundo
como ama a su propio cuerpo puede confiársele el mundo.
Y cita el poema 71 también:
Solo cuando uno se harta de su
enfermedad puede librarse de la enfermedad. El Sabio nunca está enfermo, porque
está harto de su enfermedad y, por consiguiente, no se enferma.
En la entrega anterior escribimos acerca del dinero, y
como los problemas de dinero (poco o mucho) podrían afectarnos en nuestra vida.
¿Y en relación al dinero cómo vemos a la salud?
Sin duda alguna, y como afirma Lou Marinoff: “La salud
es más valiosa que el dinero.” No podemos comprar la salud, sin embargo, si
podríamos pagar un buen seguro para atención médica y se nos pueda aplicar un
tratamiento. Sin embargo, desde un punto de vista filosófico, tratamiento no es
igual a salud. El tratamiento ayuda a restablecer la salud de nuestro cuerpo.
Y a su vez la salud y la felicidad están relacionadas,
sin duda alguna, es más sencillo ser feliz si se está sano, igualmente si tu
estado de ánimo es bueno, la recuperación ante una enfermedad es más rápida.
Además, “ser feliz hace más fácil mantener la salud”.
No hay duda que cuando nos sentimos saludables, nos
sentimos plenos, sentimos una sensación de bienestar; sin embargo, podríamos
permitir que otras cosas interfieran con este bienestar, como por ejemplo, el estrés,
una depresión, etc.
Las personas deprimidas o estresadas tienden a tener
un sistema inmunológico perjudicado, y por consiguiente, son más propensas a la
mala salud.
Por otra parte, hay muchas personas que dan por
sentada su buena salud, permitiendo que muchas otras cosas se interpongan en su
camino a la felicidad.
Seguramente, conoces gente saludable (es decir, que no
están enfermas) que son crónicamente infelices.
Este error nunca lo comete un taoísta, ellos nunca dan
por sentada su salud, simplemente les basta estar vivos para estar felices.
Esta clase de felicidad es el estado normal de los niños y los taoístas (vale
acotar, que no trato con esto de hacer inclinar al lector a que sea taoísta,
sino más bien a que estudie este modo de vivir).
También debes conocer personas que han tenido un
encuentro cercano con la muerte (ya sea por la muerte de un familiar o por una
experiencia donde se vio amenazada su vida) que cambian de la noche a la mañana.
Esas personas se dan cuenta de repente de lo valioso de cada momento y de cómo
cada día es un regalo que hay que atesorar y disfrutar, sin darlo nunca por sentado.
Los taoístas ya tienen esa gratitud.
Ahora bien, como dice Lou Marinoff: ¿acaso no resulta
triste ver que algunas personas, por lo demás saludables, se torturan por estar
dando caza a espejismos que creen que les darán la felicidad?
El dinero no compra la felicidad.
Si bien una persona con dinero tiene más oportunidad
que una pobre de escapar a su infelicidad. Pero si eres desgraciado y tienes
dinero, puedes permitirte muchas clases de diversiones temporales para intentar
escapar de la infelicidad, pero inevitablemente regresarás a tu estado de ánimo
habitual, a tu realidad interior. Si esa realidad es desgraciada, el dinero no
la curará.
Feliz semana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario