lunes, 22 de octubre de 2012

Salud y Bienestar


En el libro El Poder del TAO (de Lou Marinoff, autor de Más Platón y Menos Prozac) nos presenta la Salud y bienestar como bienes más preciados que el dinero.
Cita el poema 13 del Tao Te Ching:
Quien considere el mundo como considera la fortuna de su propio cuerpo puede gobernar el mundo. A quien ama el mundo como ama a su propio cuerpo puede confiársele el mundo.
Y cita el poema 71 también:
Solo cuando uno se harta de su enfermedad puede librarse de la enfermedad. El Sabio nunca está enfermo, porque está harto de su enfermedad y, por consiguiente, no se enferma.

En la entrega anterior escribimos acerca del dinero, y como los problemas de dinero (poco o mucho) podrían afectarnos en nuestra vida. ¿Y en relación al dinero cómo vemos a la salud?

Sin duda alguna, y como afirma Lou Marinoff: “La salud es más valiosa que el dinero.” No podemos comprar la salud, sin embargo, si podríamos pagar un buen seguro para atención médica y se nos pueda aplicar un tratamiento. Sin embargo, desde un punto de vista filosófico, tratamiento no es igual a salud. El tratamiento ayuda a restablecer la salud de nuestro cuerpo.

Y a su vez la salud y la felicidad están relacionadas, sin duda alguna, es más sencillo ser feliz si se está sano, igualmente si tu estado de ánimo es bueno, la recuperación ante una enfermedad es más rápida. Además, “ser feliz hace más fácil mantener la salud”.
No hay duda que cuando nos sentimos saludables, nos sentimos plenos, sentimos una sensación de bienestar; sin embargo, podríamos permitir que otras cosas interfieran con este bienestar, como por ejemplo, el estrés, una depresión, etc.
Las personas deprimidas o estresadas tienden a tener un sistema inmunológico perjudicado, y por consiguiente, son más propensas a la mala salud.

Por otra parte, hay muchas personas que dan por sentada su buena salud, permitiendo que muchas otras cosas se interpongan en su camino a la felicidad.
Seguramente, conoces gente saludable (es decir, que no están enfermas) que son crónicamente infelices.
Este error nunca lo comete un taoísta, ellos nunca dan por sentada su salud, simplemente les basta estar vivos para estar felices. Esta clase de felicidad es el estado normal de los niños y los taoístas (vale acotar, que no trato con esto de hacer inclinar al lector a que sea taoísta, sino más bien a que estudie este modo de vivir).

También debes conocer personas que han tenido un encuentro cercano con la muerte (ya sea por la muerte de un familiar o por una experiencia donde se vio amenazada su vida) que cambian de la noche a la mañana. Esas personas se dan cuenta de repente de lo valioso de cada momento y de cómo cada día es un regalo que hay que atesorar y disfrutar, sin darlo nunca por sentado. Los taoístas ya tienen esa gratitud.

Ahora bien, como dice Lou Marinoff: ¿acaso no resulta triste ver que algunas personas, por lo demás saludables, se torturan por estar dando caza a espejismos que creen que les darán la felicidad?

El dinero no compra la felicidad.
Si bien una persona con dinero tiene más oportunidad que una pobre de escapar a su infelicidad. Pero si eres desgraciado y tienes dinero, puedes permitirte muchas clases de diversiones temporales para intentar escapar de la infelicidad, pero inevitablemente regresarás a tu estado de ánimo habitual, a tu realidad interior. Si esa realidad es desgraciada, el dinero no la curará.

Feliz semana.

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