lunes, 23 de abril de 2012

Dejar que la mancha seque


Siendo estudiante universitario, el historiador y filósofo escocés Thomas Carlyle tuvo una discusión con un compañero de estudio y, para pasar la rabia, se fue a su habitación en la universidad.

Allí se dedicó a repasar el altercado y, tras concluir que su condiscípulo lo había insultado, decidió exigirle una satisfacción.

En el trayecto se topó con un profesor que, informado de la discusión y conocedor del carácter apasionado de Carlyle, le dijo:

-Mi querido amigo. Tengo una gran experiencia de la vida y conozco las tristes consecuencias de los actos impetuosos. Un insulto es como la mancha que cae en nuestra camisa. La mancha puede quitarse inmediatamente con un simple cepillo cuando ya está seca. Pero primero hay que dejarla secar. No vayas con prisa, espera que tu ánimo se haya calmado por completo y verás cómo todo se resuelve con mayor facilidad.

Carlyle hizo caso a su profesor y, en efecto, al día siguiente, el compañero de estudios que lo había insultado se presentó espontáneamente en su habitación a pedirle disculpas.

¡Feliz semana!

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