La República contiene la famosa alegoría de la caverna, una especie de experimento mental que describe a unos prisioneros encadenados instalados de cara a la pared de una cueva, en la cual sólo son capaces de ver unas sombras que desfilan ante ellos, pero que ellos toman por la realidad. Algunos de los prisioneros logran escapar de la caverna y ver el mundo tal como es, pero, cuando regresan, no consiguen convencer a sus encadenados compañeros de que las cosas que piensan que ven no son más que sombras engañosas y distorsionadas. Se trata de un peán a la «razón» sobre la convención o la mera creencia.
En el mismo tenor, La República comienza con una firme declaración de Sócrates sobre que la Justicia debe ser entendida como la ordenación correcta de las cosas, como una suerte de armonía, y que la manera más fácil de verla es mediante la consideración de la organización del más grande de los artificios humanos: el Estado. Encontraremos la justicia, dice Platón, cuando cada uno haga su trabajo y se dedique a su propia tarea.
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