“Las
circunstancias externas no son las que nos llevan al sufrimiento”, así nos dice
Tenzin Gyatso, mejor conocido como el décimo curto Dalai Lama, en su libro “Los
siete pasos hacia el amor”. Y personalmente lo he vivido, a veces es más lo que
uno piensa que lo que realmente está sucediendo.
“La fuerza de su engaño nos empuja a cometer actos
nocivos que nos conducen inevitablemente al sufrimiento”. Estamos tan
convencidos de que lo que pensamos es lo que es, que incluso hasta podemos
lastimar a las personas que amamos, a nuestros padres, pareja, hijo(s) o amigo(s).
Entonces, ¿dónde está el problema? ¿En lo que sucede
alrededor o en lo que sucede en nuestro interior?
En nuestro interior está la clave, “cuando nuestras
actitudes, emociones y percepciones contraproducentes cesen, también lo harán
las acciones dañinas que resultan de ellas”.
Si esto es así, ¿cómo podemos hacer para zafarnos de
esta forma de actuar? “Para poder hacer esto primero debes desarrollar la
capacidad de observar tus pensamientos, pues mientras tu conciencia está
sumergida en la conceptualidad es difícil que el pensamiento observe al
pensamiento”.
Para esto debemos aquietar la mente, “cuando la mente
no está dividida en muchas funciones diferentes, es posible reconocer su estado
natural de luminosidad y conocimiento, y si mantienes ese reconocimiento, la
experiencia de luminosidad aumentará”.
Una última recomendación: “No tienes que detener
deliberadamente tus pensamientos y sentimientos que acuden a tu mente; lo que
debes hacer es no dejarte atrapar por ellos, no dejar que la mente sea
arrastrada por ellos”.
Feliz viernes y buen fin de semana.
Leopoldo Avendaño F.
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