Si te caes y te haces una factura, vas al médico te
coloca un yeso y pasada unas semanas vuelves a estar como nuevo. Sin embargo,
mientras esta “curación” ocurre hay un proceso de dolor inevitable para que suceda.
Y ese dolor lo necesitamos, créanme.
Nuestra sociedad usualmente nos busca la manera de
huir del dolor, si nos duele la cabeza toma un acetaminofén, si le duele alguna
parte del cuerpo tome un antiinflamatorio, si le duele por otro lado, seguro
habrá una pastilla que le alivie ese dolor. Así que estamos ajenos al dolor,
tanto como podemos.
Pero cuando nos alcanza el dolor y no lo podemos
evitar entonces nos hallamos ante un momento en nuestras vidas que “nos marca”.
Y qué es eso exactamente, que nos obliga a hacer cambios en nuestras vidas tan
profundos que no podemos sino enfrentarlos.
Todo cambio genera una reacción, y nos genera
incomodidad, dolor. Pero, si aprendemos de ese cambio, si logramos entender de
qué trata, podría ser incluso provechoso para nuestra vida, de ahí en adelante.
No aplaquemos el dolor del cambio tomando unas capsulas de indiferencia,
asumamos con responsabilidad lo que ocurre en nuestras vidas.
Feliz inicio de semana.
Leopoldo Avendaño F.
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