Una de las curas para el EROS
indómito es la FILIA desatada.
La filia es el amor sin eros: su
arquetipo es el desinteresado vínculo que se crea entre dos amigos. De ahí que
los sabios de la antigüedad celebran la amistad como uno de los mayores regalos
de nuestra existencia como seres sociales. Aristóteles enlazó las virtudes de
la amistad extensamente en la Ética, mientras que Confucio hacía esta pregunta
retórica en el primer capítulo de sus Analectas: “Que los amigos vengan de
lejos a visitarnos, ¿no es una delicia?”.
Efectivamente, la amistad es
deliciosa, y uno de los elementos que la hace deliciosa es el amor que
caracteriza el vínculo de la amistad. La amistad no conoce días malos, el
vínculo de la filia se caracteriza por la clase de amor que nada exige al otro,
al tiempo que le brinda amistad con regocijo.
La filia es un vínculo feliz
porque proporciona placer sin atadura eróticas. Hace las delicias del corazón
sin alimentar el ego. Resiste a la corrupción. Está muy cerca del Tao, y por
eso Lao Tzu la valora tanto.
La filia amplía el alcance de
nuestro amor, permitiéndonos amar a muchos más seres y actividades sin que por
ello vayan a ponerse celoso unos de otros.
Recordemos que Filosofía
significa “amar a la sabiduría”. Siendo así, quizá te preguntes por qué hay (y
hubo) filósofos muchos más felices que otros. ¿Por qué Lao Tzu, Buda y Sócrates
gozaron de tanta serenidad? ¿Por qué Arthur Schopenhauer, Karl Marx y Friedrich
Nietzsche fueron tan desesperadamente
desdichados? Quizás tuviera que ver con la notable diferencia entre sus
respectivas maneras de amar la sabiduría. Si amar a alguien o algo te hace
infeliz, o bien hay un problema con el objeto de tu amor o bien el problema
radica en la manera que lo amas. En el caso de la filosofía, la sabiduría no es
culpable, entonces, ¿cómo la amamos? ¿Con filia o eros? ¿Estamos exigiendo a la
sabiduría cosas para las que no tiene respuesta? En tal caso no somos filósofos
sino “erosófos”. Si amas la sabiduría como es debido, serás feliz; si lo haces
mal, infeliz. La elección es tuya.
Nota: Las ideas principales de
este texto se tomaron del libro El Poder del TAO (de Lou Marinoff, autor de Más
Platón y Menos Prozac) Capítulo 7.
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