Poema 67 del Tao Te Ching:
Tengo tres tesoros…
El primero se llama amor.
Al comparar diferentes traducciones de Tao Te Ching
nos encontramos con una reveladora lista de sinónimos que designa el primer
gran tesoro de Lao Tzu: Amor, misericordia, compasión y cariñosa amabilidad.
Todos apuntan a una misma dirección: el amor desinteresado e incondicional.
Es sorprendente que al mismo tiempo que Lao Tzu
concibiera y practicara el amor compasivo en la Antigua China, exactamente en
el mismo momento en que Siddharta Gautama (Buda) concebía y practicaba el amor
compasivo en la antigua India.
Ahora bien, desde una perspectiva más occidental nos
encontramos con que los griegos identificaron cuatro tipos de
Los griegos antiguos identificaron cuatro clases de
amor: eros, filia, storge y ágape.
Para ellos, eros significa algo más que amor erótico;
designaba el apetito de cualquier placer, incluidas las ganas de gozar la vida.
En este sentido más amplio, todos los seres vivos tienen instintos eróticos. Cada
vez que nos esforzamos en sobrevivir, comer, beber, estar alegres o amar y ser
amados, estamos manifestando un apetito primordial por la vida: eros. Pero la
búsqueda del eros también puede acarrear dolor además de placer. En los casos
peores, puede incluso conducir a la muerte. Si reflexionamos sobre las grandes
historias de amor, como Romeo y Julieta o Trstán e Isolda, no tendremos más
remedio que admitir que cuando el amor erótico alcanza su cúspide romántica,
desciende al valle de la muerte. Así pues, quienes buscan con más ahínco las
mayores emociones en las cotas máximas del erotismo también son los más
propensos a correr grandes riesgos, aumentando sus posibilidades de sufrir
heridas graves o morir.
En cualquier caso, los exquisitos placeres del amor
romántico, que tan breves parecen por su duración, suelen estar más que
contrarrestados por el terrible dolor de un corazón partido, que parece
persistir para siempre.
Este desequilibrio –unos pocos momentos fugaces de
dicha seguidos por una angustia aparentemente eterna- se debe a la naturaleza
efímera del amor erótico.
Desde un punto de vista práctico, el primer tesoro
significa hacer un esfuerzo para experimentar con formas de amor distintas del
eros, formas cada vez más desinteresadas y compasivas, y por consiguiente
inmune a los inevitables sufrimientos del apetito posesivo, obsesivo o
adictivo.
La próxima semana seguimos con las otras clases de
amor filia, storge y ágape, de modo de investigar si alguno se parece al gran
tesoro de Lao Tzu.
Feliz fin de semana.
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