Según el libro de Gimnasia Cerebral de Marilyn vos
Savant, por lo general al piloto automático de un avión lo llaman George. En el
capítulo 4 de ese libro, ella hace una prueba para que usted vea si ha llevado
(o lleva) su vida en piloto automático.
Un piloto automático no es algo inconveniente, por
ejemplo, en el caso de un avión o un vehículo. Muchos soñamos en hacer realidad
un día lo que tanto muestran en las películas de ciencia ficción, decirle al
medio de transporte a dónde va y listo.
Sin embargo, hay que tener extremo cuidado cuando
ponemos nuestra vida en manos de “George”, pues dejamos de hacer cosas en este
momento que afectan nuestro presente y futuro.
Ahora bien, andar por la vida en piloto automático nos
puede transformar en verdaderos autómatas, tal y como lo indicó Descartes en su
Discurso del método, quinta parte: “autómatas o máquinas semovientes”. Que en
el caso de los animales pueden pasar desapercibidos, incluso él afirma que “no
habría medio alguno que nos permitiera conocer que no son en todo de igual
naturaleza que esos animales”.
Ahora bien, ¿y qué ocurre con el hombre? ¿Podríamos
distinguir entre en un autómata y un hombre? Descartes afirma que hay “dos
medios muy ciertos para reconocer que no por eso son hombres verdaderos”.
He aquí los dos métodos de Descartes:
1.- Un autómata es incapaz de hacer de usar los signo
y las palabras como nosotros los seres humanos, hasta los más estúpidos pueden
entender a qué se refiere una seña que haga otro ser humano, un autómata no
pues tendría que estar programado para responder a ese estímulo, el cual,
seguramente no entenderá y no podrá reaccionar.
2.- Y aun cuando hicieran varias cosas tan bien y
acaso mejor que ninguno de nosotros, no dejarían de fallar en otras, por donde
se descubriría que no obran por conocimiento, sino sólo por la disposición de
sus órganos (o partes), pues mientras que la razón es un instrumento universal,
que puede servir en todas las coyunturas, esos órganos (o partes), en cambio,
necesitan una particular disposición para cada acción particular (a la cual se
programó); por donde sucede que es moralmente imposible que haya tantas y tan
varias disposiciones en una máquina, que puedan hacerla obrar en todas las
ocurrencias de la vida de la manera como la razón nos hace obrar a nosotros.
Hoy en día a este comportamiento lo tratan de corregir
con técnicas, como por ejemplo, la programación neurolingüística. ¿Será la
respuesta? ¿O es simplemente otro modo de programarnos? ¿Cambiar nuestras
respuestas por otras y ya?
También, debemos tener cuidado con los celulares y
aparatos a los que le damos la connotación de “inteligentes”, ya que nos están
alejando de nuestra verdadera naturaleza: ser humanos.
¿Andas en piloto automático? ¿Te has convertido en un
autómata?
No hay comentarios:
Publicar un comentario