Tres aspectos que implican tanto y que podrían cambiar considerablemente nuestra vida cotidiana.
Ante las situaciones que se nos
presenta en la vida a veces actuamos de manera impulsiva y no prestamos la
atención suficiente a lo que sucede y ¿por qué?, porque la sociedad nos ha ido
empujando a que todo debe ser rápido: comida rápida, tiendas exprés, aviones
que rompen la barrera del sonido y nos desplazan de un lugar del mundo a otro
en sólo horas. Como todo tiene una tendencia a que se debe hacer rápido creemos
que no tenemos tiempo para discernir
sobre nuestra vida, nuestros sentimientos, sobre nuestras familias, amistades,
etc. Sentarnos a pensar podría verse como un pecado.
Como todo es tan veloz tampoco podemos
sentarnos a analizar y entender o evaluar lo que nos sucede y lo que nos rodea.
Simplemente vamos como robots autómatas día tras día realizando las mismas
cosas y cometiendo los mismos errores una y otra vez. Creemos que el azar es lo
que nos puede brindar una mejora a nuestro estatus social, o que un golpe de
suerte nos hará cambiar, ser mejores personas. Le damos poca importancia a la
paciencia y a la constancia. Dejamos que otros elijan por nosotros, pues ellos “saben”
lo que nos conviene. No tenemos criterio ante los eventos que ocurren a nuestro
alrededor.
Y finalmente, el gran ausente en
muchas actividades cotidianas, el sentido común; personas que cruzan la calle
sin mirar a los lados, o que van manejando leyendo mensajes en el celular o
hablando distraídos. Estamos con nuestros amigos o familiares conversando y nos
ocupamos de leer las noticias en el celular mientras nos hablan. Llegar a
tiempo a una cita, aunque no parezca, podría considerarse parte del sentido
común. Ya que cuando aplicamos el sentido común a nuestro quehacer diario, todo
fluye naturalmente.
Probablemente, se dirán que hay mucho
más que estos tres aspectos que hacer para tener una mejor vida. Es posible, pero
con estas tres las otras aparecerán por añadidura.
¡Feliz jueves!
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