Dice Ikeda: En una sociedad como la de hoy, tan expuesta al estrés y a la ansiedad, ¿cómo aprender a vivir con más optimismo y esperanza? Ha llegado la hora de preguntarnos cómo mejorar nuestra salud psicológica, para vivir de manera más plena y humana.
En una época así, ¿qué valor puede aportar la filosofía y la psicología? Desde el punto de vista de la filosofía práctica, usted ha dicho que Freud y los psicoanalistas subestimaron las fortalezas y los aspectos positivos de la naturaleza humana y se centraron, en cambio, en las debilidades y los aspectos negativos. Su observación es muy relevante.
El doctor Martin Seligman, destacado propulsor de la psicología positiva y expresidente de la Asociación Psicológica Norteamericana, comenta algo semejante. En un diálogo que mantuvimos en Tokio, me dijo:
El optimismo es esperanza. No es la ausencia del sufrimiento. No significa estar siempre felices y satisfechos, sino el convencimiento de que, aun teniendo un fracaso o una mala experiencia, uno puede cambiar las cosas a través de la propia intervención.
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Hay momentos en la vida que ser optimista es el último recurso que uno puede perder, los que creemos en Dios podemos aferrarnos a la idea de que Él nos tiene un plan en el que estaba contemplado vivir una situación difícil; pero independientemente de ese punto, definitivamente será nuestro temple y paciencia la que decidirá si se es o no optimista.
En muchos casos el optimismo puede llegar a ser fundamental incluso para la supervivencia, es más probable que un optimista sobreviva a una experiencia traumática a que una personas que ha perdido ese optimismo y que renuncian a la esperanza.
¡Feliz martes!
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