En sus memorias, Jenofonte, uno de los
principales discípulos de Sócrates, cuanta de su maestro: “razonaba siempre
sobre las cosas humanas, buscaba qué es la piedad y qué la impiedad, qué es lo
bello y qué lo feo, qué es lo justo y qué lo injusto, qué es la sabiduría y qué
la locura, qué es el valor y qué la cobardía, qué es el estado, qué es el
hombre estado.
Y así otras cosas cuyo conocimiento
pensaba que debía caracterizar al hombre capaz, y cuya ignorancia pensaba que
debía definirse justamente como condición de esclavitud espiritual.”
La misión de Sócrates es netamente pedagógica, y si,
según Aristóteles, el descubrimiento de los dos elementos del método
científico, la inducción y la definición, es un mérito que le corresponde a
Sócrates, sus enseñanzas parecen ser más prácticas que teóricas, más morales
que científicas.
Para Sócrates, ciencia y virtud se identifican y el
saber es siempre sabiduría. Muchos se enfadan con Sócrates por ese afán de
saber que no sabe, aunque suene algo chistoso, tiene mucho sentido tomar
conciencia de la propia ignorancia, ya que así descubrimos nuevas verdades que
nos permitan obrar mejor, vivir mejor.
Nuestro espíritu se purifica mediante la investigación
científica, y el objetivo más importante de la investigación científica es la
purificación del espíritu.
¡Feliz fin semana! y mañana estén
pendiente del blog del Señor de los Milagros... http://ola-elsenordelosmilagros.blogspot.com/
hablaremos de Jesús sanando a un paralítico...
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