A una y otra orilla de un caudaloso río había dos monasterios. Un perro dócil y entrañable para los monjes comía en uno y otro monasterio. Cuando sonaba la campana avisando para la comida de los monjes, el perro según estuviera en una u otra orilla del río, iba a uno u otro monasterio, donde le daban las sobras. Pero en una ocasión estaba bañándose en el río cuando oyó la campana del monasterio de la orilla derecha. Empezó a nadar hacia dicha orilla para ir a comer y entonces empezó a tañer la campana del monasterio de la orilla izquierda, lo que le hizo cambiar de rumbo e ir hacia el otro lado del río; pero ambas campanas seguían sonando. El perro empezó a reflexionar sobre qué clase de comida le apetecía más y no se decidía por una o por otra. Iba hacia un lado del río y luego hacia el otro, hasta que finalmente le faltaron las fuerzas, se hundió en las aguas y pereció.
El maestro dice: No dejes que la indecisión confunda tu mente, la ofusque y te termine por ahogar.
¡Feliz semana!
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